Las estrategias para prevenir la violencia en una sociedad requieren de múltiples acciones en diversos niveles para mostrar eficacia.
Los expertos en conducta afirman frecuentemente que el ser humano es naturalmente violento, y es la educación junto con el desarrollo en ambientes sin violencia lo que redunda en personas civilizadas, no violentas.
Por supuesto, el medio ambiente favorable en el que crece un menor de edad, capaz de provocar confianza en la administración de la justicia, favorece que el adulto presente como respuesta primaria la búsqueda de un arbitraje cuando siente sus derechos atropellados.
El México de hoy se aleja cada día más de ese ambiente educativo favorable.
Las niñas y niños perciben cotidianamente una creciente desconfianza en la autoridad por su evidente incapacidad.
Hace unos días pude ver, mediante alguna de las plataformas de streaming, una serie británica con las miras puestas en mostrar situaciones cotidianas de convivencia, con capacidad de generar escenarios violentos por malos entendidos o falta de reflexión respecto de conductas que parecen relativamente inocentes; es decir hechos que ocurren con frecuencia en la realidad.
Se narra, por ejemplo, el caso de dos familias unidas por una entrañable amistad, con hijos adolescentes, que además son vecinos y se ven confrontadas gravemente por un comentario inadecuado de uno de los padres, quien le dice a su vástago que debería golpear a quien ejerza bulliyng sobre su persona.
El menor actúa en consecuencia, lo que al cabo de un tiempo termina confrontando a las dos familias, hasta el extremo de casi terminar a golpes entre los adultos.
Los personajes entonces tienen capacidad para reflexionar respecto de toda la situación arribando a conclusiones que les permiten hablar, dirimir el tema de forma adecuada recuperándose finalmente la buena relación, y el padre que otorgó el mal consejo, retractándose.
Sin duda, la serie tiene la intención de mostrarle a la audiencia situaciones en las que todos y todas nos podemos ver involucrados para entender que siempre puede existir una salida sin violencia.
Esos contenidos televisivos ocurren en sociedades con democracias más avanzadas que la nuestra y especialmente con múltiples ideas, propuestas, acciones y estrategias dirigidas a conseguir una disminución evidente de las conductas violentas.
De ninguna manera basta con emplear una frase vacía como “abrazos y no balazos” para la consecución de los nobles objetivos.
La violencia no se genera solamente por la falta de oportunidades de los jóvenes; el fenómeno es mucho más complejo, requiere de equipos de profesionales dedicados al tema, la intervención de sociólogos, psicólogas, juristas, miembros de los sistemas de administración de justicia, comunicólogas, y la concurrencia de los dueños o gerentes de medios masivos de comunicación.
El asunto trasciende con mucho la voluntad de una persona, que quizá tenga buenas ideas, pero un individuo es por completo incapaz de llevar a buen puerto un asunto de esa magnitud.
Lamentable respuesta del gobierno mexicano en ese ámbito.
El único resultado después de cuatro años de gobierno ha sido el evidente recrudecimiento del crimen.
Columnista: Raymundo Canales de la FuenteImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0