Crónica Gomezpalatina El Siglo de Torreón

Acontecimientos de gran trascendencia histórica se han suscitado en nuestro terruño desde épocas remotas, aún antes de la asignación con la ubicación territorial que actualmente ostentamos como Ciudad y Municipio de Gómez Palacio, Durango.
En 1811, el Padre de la Patria don Miguel Hidalgo y Costilla prisionero de los realistas españoles que lo custodiaban, junto con una parte de los insurgentes detenidos en los aguajes de Baján, lugar cercano a Monclova, llegó con la caravana principal el día 8 de abril de ese año a San Sebastián, hoy poblado Bella Unión, de nuestro actual municipio, que en ese tiempo era el lugar apropiado de cruce del río Nazas, sito entre el citado poblado de nuestra entidad y la ex hacienda de La Concepción en Coahuila, ubicada por el rumbo del actual estadio TSM.
En la señalada comunidad duranguense el convoy se detuvo para reagruparse y descansar, encadenando al Padre Hidalgo a un sabino que aún existe en Bella Unión al interior de la casa de don Concepción Esparza Santana, después de esa estancia se dirigen al Rancho de San Fernando, actualmente Ciudad Lerdo donde pernoctaron.
Al amanecer del día 9 salieron rumbo a San Isidro que se encontraba al poniente del Rancho por el camino que conducía al Real de Mapimí, población importante de ese tiempo, donde permanecerían hasta el día 18 de abril.
Después de esa fecha, continuaron su marcha pasando por La Cadena, Pelayo y el Derrame, todavía en tierras duranguenses, llegando los cautivos a su destino final en Chihuahua a finales de mes, para enfrentarse a un juicio inhumano y terrible que determinó la pena de fusilamiento del Padre de la Patria y sus principales capitanes, mismo que se realizó al amanecer del día 30 de julio de 1811.
El señor Hidalgo, además fue decapitado por un indio alcohólico contratado para hacerlo, a findellevarsucabezapara ser exhibida como escarmiento para los insurgentes y los habitantes del país.
Esa trágica jornada se inició a mediados de enero de 1811, después de la derrota de la insurgencia en la famosa batalla del Puente de Calderón, lugar cercano a Guadalajara, debiendo los rebeldes iniciar un largo peregrinaje hacia el norte, buscando acercarse a los Estados Unidos para tratar de hacerse de elementos de guerra y pertrechar sus contingentes para poder hacer frente a sus enemigos, llegando a Saltillo, Coahuila, con el propósito señalado, sin imaginar la traición que se preparaba para detener su avance y acabar con el movimiento insurgente.
Francisco Ignacio de Elizondo, personaje perverso y siniestro que se había desempeñado como administrador de correos en Durango, pretendía ser teniente general del movimiento insurgente y al no lograrlo se pasó secretamente a las filas realistas, confabulándose con Nemesio Salcedo, máxima autoridad de las provincias internas y ex gobernador de Luisiana, para fraguar la detención de los insurgentes haciéndose pasar por simpatizante de los insurgentes.
El día 21 de marzo de ese año, víctimas de la celada en Acatita de Baján fueron atacados y apresados los caudillos de la independencia, con cerca de tres mil personas integrantes de su ejército, provocando la huida de cientos de ellos y la aprehensión de los dirigentes, mismos que fueron conducidos prisioneros a Monclova.
La remisión de los prisioneros hacía Chihuahua a través de los agrestes territorios de Coahuila inició el día 26 de marzo.
Los dirigentes de la insurgencia eran encabezados por don Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Juan Aldama, El clérigo Mariano Balleza, José Santos Villa, Mariano Hidalgo, José Mariano Jiménez y Mariano Abasolo, fueron custodiados en todo momento por el teniente coronel y gobernador de Texas Manuel Salcedo, hijo de Nemesio Salcedo responsable de hacerlos llegar a Chihuahua.
Algunos de ellos, como los clérigos Ignacio Hidalgo y Muñoz y Mariano Balleza, además de los frailes Pedro de Bustamante, Carlos Medina, Bernardo Conde e Ignacio Jiménez fueron conducidos de Parras hasta Durango por su custodio el capitán Juan Francisco Granados de la compañía presidial, al mando de más de 150 guardias, y en la capital de nuestro estado fueron fusilados en julio de 1812.
Como antes anotamos los realistas llegaron el 3 de abril de 1811 a la hacienda de San Lorenzo en Parras y al día siguiente a Santa de Hornos, en Viesca.
El último poblado al que llegaron en territorio de Coahuila los ilustres presos fue el Gatuño (hoy Congregación Hidalgo) arribando el día 5 de abril y como señalamos al principio llegaron a San Sebastián, Durango, el día 8 de ese mes, con ese hecho, nuestras tierras ahora gomezpalatinas, quedaron incorporadas a esa gloriosa y dolorida gesta.
El año de 1960, al conmemorarse el 150 aniversario del inicio de la Guerra de Independencia, el entonces Presidente de la República Lic.
Adolfo López Mateos, para honrar y destacar los sitios más importantes que conformaron la denominada Ruta de Hidalgo seguida por los insurgentes desde el pueblo de Dolores en el levantamiento del día 16 de septiembre de 1810, hasta finalizar en la capital del Estado de Chihuahua, lugar del sacrificio del Padre de la Patria el 30 de julio de 1812, con este motivo se ordenó la construcción de 260 hermosos monumentos llamados “Estelas de la Independencia” para que fueran colocadas como testimonio de su estancia en esos lugares.
Por disposición de la Comisión Presidencial de la Ruta de Hidalgo, se trasladó a Gómez Palacio la estela correspondiente a San Sebastián, por motivos de seguridad y actualmente se encuentra a un costado del monumento al Padre de la Patria ubicado en la explanada de la presidencia municipal.
Así, en cada sitio de la ruta que tomaron los custodios de nuestros héroes, se colocó una de estas bellas esculturas que fueron cinceladas por los hermanos José y Tomás Chávez Morado en la Escuela de Artesanías del Instituto Nacional de Bellas Artes.
En su cúspide se colocó una cabeza de águila, señalando con su pico la ruta del Padre de la Patria, con la palabra Libertad y la placa que señala la Ruta de Hidalgo.
La honorable Cámara de Diputados, en sesión del día primero de septiembre de 1960, determinó que la ubicación de las estelas de la Independencia, se realizaría atendiendo los criterios que respetaran los sitios en que se realizaron batallas, reuniones importantes, labores de avituallamiento, el lugar en que fueron aprehendidos y el camino seguido en su condición de prisioneros.
Gracias al establecimiento preciso de la ruta de la independencia, los 260 monumentos fueron colocados a lo largo de 10 estados como: Guanajuato, Estado de México, Michoacán, Jalisco, Aguascalientes, San Luis Potosí, Zacatecas, Coahuila, Durango y Chihuahua.
Gómez Palacio fue uno de los lugares que tuvieron el privilegio de quedar incluidos en los sitios que cuentan con su estela de la independencia, para inmortalizar el paso por estas tierras de quien entregó su vida generosamente para lograr una nación sin esclavitud, independiente y soberana en la determinación de su destino.
Conscientes de que no existe mayor forma de gratitud hacía nuestros próceres, que el recuerdo y la manifestación de admiración y respeto que les rindamos las generaciones presentes.
Tener presentes estos acontecimientos y exaltar el carácter, valentía y patriotismo de nuestros héroes, no sólo es un deber nuestro como mexicanos, sino además una imperiosa necesidad para fortalecer la cultura popular sustentada en los valores patrios, y en una firme educación que fomente el sentido críticodelareflexiónyel compromiso social con nuestro pasado y más aún, con el esfuerzo colectivo que los habitantes actuales de nuestra nación realizan en la búsqueda de mejores condiciones de vida, en un ambiente de paz, equidad y de respeto a los Derechos Humanos.
El monumento del Padre Hidalgo, fue inaugurado en ocasión de la celebración de las fiestas del Primer Centenario de la Independencia Nacional en Gómez Palacio, el 15 de septiembre de 1910, en el marco de la organización de los eventos que realizó la Junta Patriótica local y fue colocado originalmente en el centro del crucero de la avenida Hidalgo y la Calle Centenario, que recibió ese nombre debido a la primera centuria del movimiento libertario.
Posteriormente tuvo otras ubicaciones, ya que después fue colocado cuadras al norte, por la misma avenida.
Años más tarde se encontraba en la confluencia de la Calzada General Jesús Agustín Castro Rivera y avenida Independencia, de donde se llevó a su actual ubicación ya antes mencionada en el jardín anexo a la explanada de la presidencia municipal, el monumento y estela lucen airosos como antecedentes de las arduas jornadas de esfuerzo y sacrificio que tuvieron que superar nuestros héroes para liberarnos del yugo del conquistador español con la nefasta carga de esclavitud, humillación y sometimiento impuesta a nuestro pueblo, que solamente pudo ser redimido por la determinación, valentía y patriotismo de los insurgentes y que al contemplar esos monumentos nos motive a la reflexión sobre el alto costo que hay que pagar por obtener la libertad.
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