Hace diez años, el padre Gilberto Lezama Rodríguez vio en los migrantes e indigentes el rostro de Jesús que pedía ayuda, y se propuso darles cada día un alimento digno y su comprensión para hacerles el camino más ligero.
Con el apoyo de algunos voluntarios de la parroquia San Luis Gonzaga, en la colonia San Luis, el padre Lezama fundó en ese templo el Grupo Humanitario Mateo 25:35, mejor conocido como el comedor de los migrantes.
Luego de haber iniciado en la parroquia y de haberse instalado también junto a las vías del tren, el comedor tiene desde hace algunos años su propio lugar, en el ejido La Victoria.
"Si nos hubieran dicho hace diez años que íbamos a tener esto, yo creo que nunca lo hubiera imaginado", externó ayer el padre después de oficiar la misa por la primera década de este proyecto.
A su lado estaban varios de los voluntarios que iniciaron junto con él y que, tras la misa de ayer, se ocuparon de servir el pozole caliente a decenas de migrantes e indigentes que llegaron puntuales a la cita.
Fue el 23 de febrero de 2009 cuando el sacerdote inició con esta labor.
Desde entonces, cada día a las 12:00 horas él y las personas que le ayudan están listos para servir comida y bebida a quienes lo necesitan, para dar medicamentos, para hacer oración y, sobre todo, para acompañar.
"Llueve, truene o relampaguee, siempre hemos estado", aseguró Lezama Rodríguez en la Homilía de ayer.
Y es que aun cuando el viernes fue un día frío y lluvioso, el comedor abrió sus puertas como cualquier otro día.
LABOR POR ELECCIÓNEl padre también mencionó que todo el trabajo de estos últimos diez años no ha sido una imposición, sino una elección acompañada de un compromiso, que a la vez ha significado hacer visibles a los migrantes y a los indigentes.
"Si nosotros creíamos que dar un alimento digno en una mesa digna era nuestro objetivo, a lo largo de todo este tiempo y durante estos diez años nos hemos encontrado con lo más maravilloso, que es la concientización de la gente.
Sin la gente no pudiéramos haber tenido esto", destacó.
En la celebración, el padre Lezama entregó reconocimientos a sus voluntarios, y él mismo recibió dos distinciones: Una por parte del voluntariado del comedor y otra del Grupo Humanitario San Luis Gonzaga.