Por F.
Pérez y M.
PetersNi el cansancio, la sed, el hambre, ni los 30 grados centígrados, detuvieron a los miles de hondureños en su recorrido de 37 kilómetros entre Ciudad Hidalgo, frontera con Guatemala, hasta Tapachula, Chiapas, a donde arribaron tras ocho horas de caminata en su búsqueda por alcanzar la frontera de EU.
Antes de las 14:00 horas de ayer, el primer grupo de hondureños alcanzó la entrada de Tapachula, donde se detuvieron tres vehículos de civiles para obsequiarles agua, galletas, tamales, leche y pollo.
Cuando los primeros grupos entraron corearon: “¡Sí se pudo”, sí se pudo!”, pero el éxodo parecía no terminar.
Cerca de las 16:30 horas partía de Ciudad Hidalgo otro grupo de dos mil hondureños más.
NO PODEMOS VOLVER, NOS VAN A MATAR.
Con los pies llenos de ampollas por la caminata de más de 10 horas, Eskarlet, una madre de 16 años, llegó a esta ciudad con su bebé de cuatro meses en brazos, padeciendo temperatura.
“Ya no daremos un paso más, estamos matando de cansancio a nuestros hijos”, señaló mientras la amamantaba.
Eskarlet viaja con 13 integrantes de su familia, entre ellos seis menores de entre cuatro meses y 15 años, quienes tuvieron que huir de su natal Tegucigalpa, tras la advertencia de pandilleros de que matarían a los adultos por negarse a vender droga.
“No podemos regresar, nos van a matar; por eso decidimos unirnos a esta caravana, pero no pensamos que fuera tan difícil”, explica la menor.
Refiere que en un principio sus planes eran llegar a Estados Unidos, pero ahora buscarán solicitar refugio en México.
Enrique, otro migrante refiere que entre la delincuencia y la falta de empleo tanto para jóvenes y adultos no les dejan otra opción que buscar mejores condiciones de vida para sus hijos.
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