Crónica Gomezpalatina El Siglo de Torreón

Segunda parte Efectuando un cambio en el título de la primera parte, que hablaba solamente del Cardenismo en Gómez Palacio, nos atrevemos a retomar el tema señalado en principio de este trabajo, para tratar de dar una perspectiva más amplia de la problemática general que tuvo que resolver en el país el general Lázaro Cárdenas, para poder realizar el reparto agrario, enfrentándose políticamente contra fuerzas muy poderosas e influyentes como las del clero, las gubernamentales y las altas esferas de la sociedad conservadora que había pertenecido a la elite porfirista, nefasta situación que habría de repetirse en nuestra entidad, presentándole los mencionados grupos conflictos muy considerables, para tratar de frenar la lucha reivindicadora en favor de los campesinos y de los trabajadores.
Los laguneros en general, no conocemos a fondo las particularidades de las reformas cardenistas, porque se carecía de la información regional necesaria para saber a detalle los sucesos acontecidos en esa etapa crucial de la historia del estado de Durango y que ahora conocemos gracias a los esfuerzos de los investigadores regionales, especialmente con las líneas de estudios al respecto del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Juárez del Estado de Durango y el trabajo especializado de Pavel Leonardo Navarro Valdez en su libro sobre "El cardenismo en Durango", Historia y política regional 1934-1940.
Para que fueran posibles las intenciones de cambiar profundamente las estructuras nacionales en cuanto al reparto de tierras y las demandas de los obreros, el general Cárdenas tuvo que romper relaciones con el llamado Jefe máximo de la revolución general Plutarco Elías Calles, quien había impuesto a la mayoría de los gobernadores de los estados y a los comandantes de las respectivas zonas militares y controlaba el Partido Nacional Revolucionario PNR e intervenía abiertamente en todos los asuntos nacionales, por lo que su influencia era avasalladora y determinante y se sentía la crisis e instabilidad política provocada por el Maximato, por lo que don Lázaro tuvo que efectuar cambios militares y hacer enroques políticos para que pudiera prevalecer su proyecto de mandato.
En la entidad el gobernador callista general Carlos Real, en principio parecía haberse solidarizado con el cardenismo, pero cuando el primer mandatario se dirigía a La Laguna, el general Real se alzó como vocero de los terratenientes y en contra de la reforma agraria en la comarca lagunera y era partidario de la idea callista de dar por concluido el reparto por la vía ejidal, se auguraba en los medios públicos, que el Jefe Máximo haría un llamado de atención en torno a los excesos de la política obrerista del presidente Cárdenas, el cual se vería obligado a contener y poner límite a las movilizaciones sindicales y campesinas.
La tan anunciada reconvención de Calles, finalmente apareció publicada en el periódico Excélsior el 12 de junio de 1935 y dentro de los puntos medulares de manera velada consideró que la situación política del país era muy similar a la vivida durante la crisis que precedió a la salida de la presidencia de Pascual Ortiz Rubio, criticando igualmente el "maratón de radicalismo" en el que se había sumergido a la nación durante seis meses de huelgas injustificadas" y puso en tela de juicio la legalidad de los movimientos realizados por los trabajadores.
El presidente Cárdenas publicó su respuesta a Calles en el Nacional en el que señaló lo irracional de sus enemigos y afirmó que las huelgas eran consecuencia natural y lógica del reacomodo de los intereses representados por los dos factores de la producción, situación que culminó cuando el gobierno cardenista exiló al general Calles, terminando con el reinado detrás del trono que durante muchos años ejerció el citado general.
En esta crónica, hacemos notar con satisfacción, que en la pasada celebración del reparto agrario del día 6 de octubre, hicieron presencia las autoridades municipales de la comarca lagunera de Durango encabezando las ceremonias y los festejos conmemorativos, mismos que contaron con una nutrida concurrencia del campesinado de la región, recordando con fervor y admiración esa gesta social de gran relevancia en el medio rural y a su principal protagonista el general Lázaro Cárdenas del Río, sin lugar a dudas el personaje más respetado y apreciado en nuestro terruño, ese reconocimiento que se le hizo al "Tata" Lázaro la semana anterior, pone de manifiesto que la grandeza de sus acciones aún se mantiene en la esfera pública y que siempre será recordada por la gran trascendencia por su legado en beneficio de nuestros campiranos, ya que el drástico cambio ejercido en las formas de propiedad, por decreto y con toda la fuerza del estado, que dejaron de ser privadas para convertirlas en propiedad social, terminaron radicalmente con el aparato latifundista y la excesiva concentración de riqueza en unas cuantas personas, existiendo por otra parte decenas de miles de jornaleros asalariados en la miseria y padeciendo el yugo de la explotación y el control total de los recursos existentes por cuenta de los terratenientes, aliados a los grupos poderosos, ambos protegiendo únicamente sus intereses en detrimento del campesino.
El Presidente Cárdenas al tomar la defensa de los marginados, sabía perfectamente que no solamente se requería otorgarles la tierra para que salieran de su secular postración, se necesitaba un proyecto de grandes alcances para poder transformar la modificación en el campo, con amplios programas de crédito, de asistencia técnica, de infraestructura y mecanización, de mercados para la comercialización de los productos en condiciones óptimas, la mejoría en la vivienda y en la comunidad, procurando crear los satisfactores necesario para una mejoría de las condiciones de vida de las comunidades y de los caminos de acceso para facilitar la comunicación.
En unos cuantos meses el gobierno cardenista hizo entrega de más de 200 mil hectáreas en toda la comarca, hecho inédito en nuestra patria, propiciando la cercanía el respeto, cariño y la admiración general, al ver cumplirse las promesas del gobernante.
Sin embargo un movimiento de tan colosal envergadura tenía el peligro de generar graves riesgos e injusticias como las que quería corregir, si las personas encargadas de la administración de los recursos y del manejo de los programas no tenían la capacidad necesaria y la honestidad plena que el nuevo movimiento requería para lograr sus nobles fines, se necesitaban hombres nuevos, con una mentalidad y formación adecuada y capaces de asimilar la nueva realidad social y secundar el decidido propósito del gobierno cardenista para poder alcanzar el éxito y la trascendencia, un contingente de elementos determinados a asumir la dirección y la eficaz y diligente coordinación de las reformas, sin más interés que el beneficio de la población y particularmente de la familia rural.
En ese proceso se entregó el control a la mujer, para que, a través de la Liga Femenil y su organización debidamente estructurada, pudieran ejercer una vigilancia firme sobre la producción y el destino de las utilidades en beneficio de las familias.
Para lograr ese propósito se realizó una coordinación con el magisterio como asesor, impulsando el nuevo modelo de educación socialista, el manejo de las parcelas escolares y femeniles, de las cooperativas de consumo y los talleres de elaboración de prendas de vestir; sobre todo del desarrollo de una nueva cultura en el campo en base al respeto a su condición de genero lo que generó una enorme capacidad en el impulso al cambio en sus comunidades, aportando lo mejor de ellas mismas para el progreso del proyecto que en manos de los varones no hubiera sido posible.
La determinación de utilizar a la mujer como punta de lanza de la reforma agraria, fue un factor sumamente importante para que se dieran los cambios necesarios e inmediatos en el sector rural.
Con respecto a los hombres, se les motivó a que aplicaran todos sus esfuerzos a la mejoría general, al entrar en posesión de sus ejidos y debidamente organizados en la Sociedad Local de Crédito Ejidal, puedan acceder a que se les haga entrega de los elementos y recursos necesarios para el trabajo agrícola y se apliquen desde luego al cultivo de sus parcelas, poniendo todo su esfuerzo y determinación para lograr los mayores beneficios personales y para la colectividad, dejando atrás diferencias que hubieran podido existir y por el contrario encauzar toda su voluntad y energía en un frente común que les proporcionara el vigor y la capacidad de salir adelante con disciplina y deseos de superación, en unión total con su familias, buscando la formación de una nueva generación que tenga miras de grandeza y superación, que aspirara a mejorar sus condiciones de vida, aportando su decidida participación, ya que solamente debe recibir el beneficio quien participa en el esfuerzo.
Para respaldar el proceso de organización de las mujeres se tomaron acuerdos fundamentales a efecto que los encargados de las labores de planificación y deslinde se encargaran de la planeación del poblado de cada ejido, para crear las zonas de urbanización contiguas al caserío donde se ubicarían el área escolar, parque deportivo, plazas y jardines, mercado y lugares para la instalación de cooperativas de consumo y para molinos de nixtamal, vivero forestal para árboles frutales y de ornato, espacio para los servicios municipales y los edificios de servicio social.
De manera preferencial se debían elaborar los estudios para proveer de agua potable a cada poblado ejidal.
Estos movimientos tenían implícito el propósito de empoderar a las mujeres del campo y su toma de conciencia, lo que generó de inmediato una movilización sin precedentes en La Laguna y en el país entero, pues se encontraban ante la coyuntura histórica de poder lograr su emancipación, con toda la fuerza del estado a su favor, además de una estrategia de acción que ponía a su alcance programas y recursos que le daban viabilidad al proyecto.
Como consecuencia las mujeres de esa época supieron aprovechar la facilidad que les otorgó el apoyo de ese gobierno en la transformación de las relaciones sociales, tomando en consideración que la lucha revolucionaria solamente resolvió una parte de la problemática ancestral de pobreza y rezago, que las sujetó a la sumisión por parte de las estructuras construidas por y para los hombres, por lo que no dejaron pasar la oportunidad única que se les presentaba.
Así, mientras que el general Cárdenas no se cansaba de prodigar apoyos al campo lagunero, en los terrenos de la política la especulación y la inquina sembradas por los enemigos del progreso, se trataba de frenar y de ser posible aniquilar sus propósitos en torno a la reforma agraria, a todo esto, tuvo que enfrentarse el divisionario de Jiquilpan, a fin de acabar con las lacras que afectaban a la gente del campo y a los trabajadores, lo que siempre tenemos que recordar con agradecimiento los que creemos en los beneficios del gobierno cardenista en forma particular los laguneros que fueron causa y motivo de las acciones de ese gran presidente.
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