(EFE).
- Las radios se escuchan por las calles de San Gregorio Atlapulco.
Son las de los albañiles, que trabajan a destajo en este pueblo del sur de la capital mexicana dando testimonio de que, un año después del potente terremoto que sacudió el centro del país, aún queda mucho por hacer.
“Inmueble dañado”, reza un cartel hecho a mano y pegado en una lona que tapa el lugar donde antes se alzaba una casa.
Los ladrillos se apilan en las calles y muchas fachadas conservan los símbolos pintados con aerosol que permiten identificar a simple vista cuáles son los daños […]