Su mirada llama la atención, en parte por sus ojos verde esmeralda, y también porque a veces pareciera estar perdida.
Aparentemente no sabe lo que ocurre a su alrededor, pero reacciona cuando su padre recuerda los días en los que podía divertirse viéndolo hacer travesuras.
A sus 19 años pareciera tener 10 acostado en la cuna donde pasa el día.
Él es Oseas, un joven con encefalopatía, autismo y desnutrición.
Cuando alguien le habla en ocasiones hace gestos, como si entendiera un poco lo que le dicen, pero cuando oye hablar a su papá su cara se transforma y hace "pucheros".
Ese simple gesto alimenta la esperanza de su padre José Alfredo Rivera Islas.
"Oseas hablaba, platicaba con nosotros, se reía y ahora no hace nada, no puede", contó su padre con tristeza, "yo quisiera que anduviera corriendo como antes y le he pedido a Dios que no importa que se quede así pero que camine, que si no va a poder ser como antes por lo menos que camine, corra y se ría" La vida de Oseas cambió a los 8 años, cuando su familia vio un repentino retroceso y dejó de ser un niño juguetón.
UNA VIDA MUY DURARivera Islas contó que la vida ha sido muy dura para su hijo, pues dejó de caminar porque no tiene la fuerza suficiente para hacerlo, ya no habla, no abraza a su familia, y dejó también de estudiar.
"Como al año de edad Oseas hablaba como ‘chipilón’, a los 5 años iba al kínder y de ahí nos mandaron a un centro especial por el autismo de él, ya cuando tenía como 8 años comenzó el retroceso.
"Se comía las piedras, todo lo que veía se metía a la boca; un doctor no dijo que teníamos que tenerlo en la casa porque con cualquier cosa se iba a ahogar; con los años fue bajando de peso y ahora ya no se puede sostener, él quisiera caminar pero no puede porque pesa como 22 kilos", comentó.
"LO AMAMOS"Los padres dijeron que Oseas come muy bien, lo que le hagan, pero no se explican qué pasa, por qué está tan bajo de peso; ellos creen que es la misma enfermedad, pero mientras no saben la razón la angustia los consume.
A pesar de los esfuerzos que la familia hace, por el día Oseas está en una cuna, rodeado de almohadas y una sonaja con la que juega.
"Ver el retroceso de Oseas fue muy amargo porque es mi hijo", expresó, "y uno piensa a futuro porque cuando yo muera y mi esposa también quién me lo va a cuidar, quién va a ver por él, nadie lo va a cuidar más que nosotros sus padres porque lo amamos".
COMO APOYAREl papá de Ósea vende nopalitos en los cruceros de la ciudad y en tiempo de frío hace manzanas acarameladas, por lo que los recursos no abundan en la familia.
¿QUÉ NECESITA?Pañales, suplementos Ensure.
¿DÓNDE LLEVAR EL APOYO?A su casa en la calle René Huerta Olguín, entre el bulevar Luz Valencia y Gabriela Negrete, en la colonia Las Ladrilleras.
CONTACTO662 369 80 14